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Introducción
La Asociación de la Sagrada Familia, fundada en 1820 en Burdeos por el Padre Noailles, es probablemente una de las instituciones religiosas más originales de la época contemporánea. En un momento en que la sociedad cristiana necesitaba una profunda reforma, el Padre Noailles tuvo la visión amplísima de una familia que volvería a vivir la misma vida de la Sagrada Familia de Jesús, María y José; es decir, en la que todos los estados de vida: consagradas en el estado religioso, consagradas seculares y laicos, podrían vivir y trabajar juntos para anunciar el Evangelio.
La fórmula era sumamente innovadora en aquella época. Pero su fundador tampoco era un hombre ordinario. Fue realmente un creador, perfectamente consciente de su proyecto, capaz de realizarlo, a pesar de los obstáculos, con amor, detalle y perseverancia. Fue sobre todo un hombre animado por el Espíritu de Dios. Consiguió crear una potente organización, extensa, muy diversificada, con irradiación internacional. La dotó de una sólida constitución interna, adaptada a sus diferentes formas externas. Consiguió, sobre todo, formar almas. Todo ello animado por una espiritualidad muy característica, inspirada ante todo en una llamada muy fuerte a entregarse totalmente a Dios: lo que formula con las palabras Sólo Dios; y también por un profundo deseo de revivir la misma vida de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. La intuición espiritual, la organización jurídica, el progreso de las personas se conjugaban y reforzaban dentro de un conjunto lleno de dinamismo. Bajo muchos puntos de vista la obra del Padre Noailles constituyó una notable realización humana y espiritual. Se sitúa con todo derecho en la vanguardia de las grandes iniciativas del renacimiento católico del siglo XIX, aunque todavía no se le reconoce este aspecto.
Después de morir el P. Noailles, la Asociación de la Sagrada Familia siguió extendiéndose y manifestó una gran expansión misionera, tanto en Europa como en países lejanos. Sus miembros vivieron fiel y radicalmente sus compromisos. Sin embargo, poco a poco, parecía que esa organización tan especial creada por el P. Noailles no era tan fácil de mantener. Las circunstancias la llevaron a tales modificaciones, que la vasta Asociación que él había fundado se vio casi reducida a una congregación religiosa. No es extraño que se diera esa evolución, pero la condujo necesariamente a modificar el carisma.
Sin embargo, en los años de la posguerra se produjo una nueva toma de conciencia, un redescubrimiento de lo auténticamente propio de la Sagrada Familia. La Sagrada Familia nunca abandonó su espiritualidad; nunca renegó de su fundador. El problema se situaba más bien en la comprensión de su proyecto, en la esencia de su carisma. Se realizó un gran esfuerzo de estudio, de reflexión, de consulta. Permítasenos decir que en nuestro mundo tan difícil, es algo hermoso ver cómo una institución se lanza en busca de su verdad, con todas sus exigencias y sin concesiones, sin hacer reproches a nadie. Observando cómo el tiempo deforma el rostro de las cosas, este tipo de reacción tiene algo de profético, de inspirador para muchas asociaciones humanas, sean o no religiosas.
En este marco, a comienzos de 1990, la Hermana Mary Slaven, Superiora General de la Sagrada Familia de Burdeos y su Consejo pidieron a dos historiadores bordeleses, el Profesor Raymond Darricau, de la Universidad de Burdeos-III, y el Padre Bernard Peyrous, una «expertise» (investigación) sobre la historia del carisma de la Sagrada Familia de Burdeos. En realidad se les pedía averiguar por qué la intuición del Fundador, el P. Noailles, había tomado la forma canónica y organizativa que había tomado, y cómo, con el correr del tiempo, esas formas habían evolucionado. No se trataba necesariamente de elaborar documentos nuevos, sino de reflexionar sobre los que ya existían. A esos dos historiadores se les pedía, en cierto modo, una visión a la vez nueva y «profesional» del problema, sin tener para ello que escribir una historia completa, global, de todos los aspectos de la vida de la Sagrada Familia. Se esperaba de ellos la historia de un carisma. Se les dio toda libertad para el trabajo; se puso a su disposición toda la documentación necesaria, incluida la más reciente.
Aunque los dos estábamos muy ocupados, aceptamos esta tarea. Lo hicimos por estima personal al Padre Noailles. Es, en efecto, una personalidad muy original, en el mejor sentido de la palabra, y su obra bien merece ser estudiada y conocida. También lo hicimos porque, en el curso de nuestra vida y de nuestra investigación, conocimos uno y otro de distinta manera a la Sagrada Familia de Burdeos, y nos dimos cuenta de que estábamos ante algo muy especial y muy hermoso. Finalmente, nos conmovió que una institución religiosa acudiera con tanta sencillez y confianza a unos historiadores para pedirles su opinión sobre su pasado, incluso reciente. En el fondo, fueron esa confianza y ese deseo de transparencia, que sentimos profundamente, los que nos embarcaron en esta aventura intelectual.
La gran cuestión era saber dónde podíamos apoyarnos para llevar a cabo nuestra investigación. Porque de buenas a primeras, el caso no parecía tan sencillo. Con la simple lectura de este trabajo se podrá comprender aquel primer sentimiento nuestro. Las vidas (publicadas) del P. Noailles son en parte insuficientes y no exponen ni las dimensiones del personaje ni lo complejo de su pensamiento y de su obra. Afortunadamente, desde hace unos años la Asociación había emprendido una búsqueda sobre la que hemos podido apoyarnos. Los imperativos de su causa de beatificación exigieron un estudio extenso y profundo. La postulación de la causa implicó asimismo organizar un conjunto de dossiers extremadamente delicados; dossiers donde se habían recogido importantes documentos. Un equipo internacional había trabajado sobre el carisma. Gracias a todo ese esfuerzo de reflexión, de búsqueda desde hacía veinte años, fue posible realizar nuestro trabajo en el tiempo deseado. Así que somos tributarios del estudio precedente de la Sagrada Familia sobre sí misma.
Además, nos servimos continuamente de los clásicos documentos impresos relativos tanto al P. Noailles como a la Sagrada Familia, en sus orígenes y en el desarrollo de su historia. Citamos, por ejemplo, la Correspondencia del Fundador o los diversos textos legislativos. No insistimos en las fuentes de la historia de la Asociación. Además, al final de este volumen encontrarán su descripción en las Fuentes.
Sintiéndonos, pues, completamente libres y provistos de abundante documentación verificada y metódicamente presentada, nos pusimos manos a la obra. Hemos querido realizar este trabajo con discreción. De modo que durante estos tres años de tarea hemos tenido relativamente poco contacto con el Consejo General del Instituto Religioso. Únicamente cuando era necesario pedíamos el complemento de información que necesitábamos. Por lo demás, hemos penetrado en la información lo mejor que hemos podido, intentando comprender el cómo y el por qué de las cosas. Hoy presentamos aquí el resultado de este «trabajo de expertos».
Hemos pensado que lo más práctico es presentar nuestro estudio por orden cronológico y temático a la vez. Comienza con un capítulo sobre el contexto en el que trabajó el P. Noailles. El contexto eclesial ya lo conocemos en grandes líneas. Pero a veces se pierden de vista algunos aspectos. Puede ocasionar una deformación de la perspectiva. Convenía recordarlo, a la luz de los trabajos históricos recientes. En cuanto al contexto jurídico –aquí nos referimos al derecho civil– y al contexto canónico, se perciben mucho menos. De modo que nos hemos servido de las investigaciones más recientes. Con ello esperamos que se comprendan mejor ciertas decisiones del P. Noailles. Si no se domina bien este punto, corremos en seguida el riesgo de caer en el error.
Pero la actividad que él desplegó no hubiera tenido valor de no haber sido la expresión de una espiritualidad particular. Las instituciones son las siervas de la espiritualidad cuando el carisma es auténtico. En el caso del P. Noailles es especialmente cierto; no podríamos pasar a describir su obra sin explicar lo que la inspiraba. Es algo que debería saberse; pero en realidad no es así cuando se ve a los autores que han tratado el tema. Por lo tanto, era fundamental dedicar un capítulo a las motivaciones espirituales del Padre Noailles. Repitámoslo: la Sagrada Familia, en su organización, no es sino la traducción de una intuición espiritual.
A partir de los dos capítulos preliminares hemos podido construir los capítulos siguientes sobre el desarrollo de la Asociación, su organización y sobre todo su estatuto eclesial. No los incluímos aquí. Constituyen, por supuesto, lo esencial de nuestro estudio. Intentan responder a estas dos preguntas: ¿Qué hizo el P. Noailles? ¿Por qué lo hizo así, y no de otra manera? Aquí nos encontramos ante un espíritu realmente superior, animado por una espiritualidad muy fuerte y confrontado con obstáculos complejos e inmensos. ¿Cómo los superó o rodeó? En estos capítulos, esperamos, se encuentra la respuesta a tales preguntas. Si se hace la luz después de leerlos, habremos conseguido nuestro objetivo.
Para comprender mejor la originalidad de la Sagrada Familia y percibir al mismo tiempo sus problemas, no era inútil comparar el proyecto bordelés con otros proyectos que tienen cierta similitud con él. Es el tema de un capítulo especial, que podría desarrollarse más adelante. Que nosotros sepamos, es la primera vez que se estudian esas instituciones, comparándolas en esta perspectiva.
Finalmente, tenía que verse cómo evolucionan las formas canónicas de la Asociación de la Sagrada Familia, desde que queda plenamente constituida hasta nuestros días. El final de nuestro trabajo lo dedicamos a estudiar este aspecto, según lo que sabemos sobre el desarrollo del derecho canónico. Se comprenderá fácilmente que el tema era a veces delicado; pero gracias a la total libertad de expresión que teníamos, lo abordamos directamente, y sin complejos. Respetuosamente, esperamos llevar nuestro análisis hasta el año 1992.
Al término de este trabajo querríamos añadir una palabra, para testimoniar algo que nos parece muy importante. No se puede tratar asiduamente a un personaje de la talla del Padre Noailles sin quedar impactado. Hace unos años organizamos en Puy un congreso sobre la Venerable Inés de Langeac, Dominica, una de las grandes místicas del siglo XVII. Nos llamó la atención ver cómo no parecía desgastada con el paso del tiempo. Nos parecía estar tratando con una persona viva.1 Ese mismo sentimiento es el que experimentamos cada vez más con el P. Noailles. Está vivo, y sigue actuando a través de su obra. Ojalá nuestro modesto trabajo ayude un poco a la Asociación que él fundó –y sobre cuyo destino vela paternalmente– a entrar con pie firme en el siglo XXI, ya tan próximo, que necesita todos los tesoros del pasado para poder vivir. El espíritu y la obra del Padre Noailles pueden contribuir mucho.
Burdeos
Domingo de la Santísima Trinidad,
14 de junio de 1992
1 Mère Agnès de Langeac et son temps. Une mystique Dominicaine au Grand Siècle des Âmes. Actes du Colloque du Puy, 9-11 novembre 1984, Le Puy, 1986, Avant-propos por R. Darricau, p. IX-X.